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Osvaldo L Conde







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martes, 19 de julio de 2011

Medios, acción popular y seguridad ciudadana (Por Osvaldo L Conde)




Cuando la seguridad ciudadana se instala en su lugar natural, es decir, se constituye en objeto de interés y de participación para toda la sociedad, cumple con el rol que esa misma comunidad le asignó, el de paradigma del Estado de Derecho. Sin embargo, como nada en la vida civil ocurre por antonomasia será provechoso, en nuestra humilde opinión; reiterar cual es la acción que una sociedad llevará a cabo para disfrutar de la seguridad ciudadana, derecho que la democracia argentina aún le debe a su propia población


La justicia y la seguridad ciudadanas como función municipal.

La síntesis de los conceptos existentes en países donde la seguridad es eficiente en altos porcentajes dice:
1. La seguridad ciudadana en el ámbito local, puede expresarse por medio de la información, educación y difusión de derechos
2. En la promoción de la igualdad de oportunidades y jamás de la discriminación
3. En el apoyo y creación de modalidades de acción que colaboren efectivamente y a la vez sean compartidas con las Fuerzas y Seguridad Pública de la Nación.


La Función Policial para la Seguridad Ciudadana


Decimos con el Dr. Rodríguez Araya, que la tarea se divide en dos grandes áreas complementarias y estratégicas entre sí, son: Prevención e Investigación; la complementación se da cuando ambas atienden a la convivencia pacífica. La estrategia es la de concentrar los recursos de toda índole con los que cuente dicha sociedad. En su lógica capacidad de percibir y observar actitudes y conductas que amenazan los bienes jurídicos y privados de los ciudadanos.

Por lo tanto, la seguridad de las personas será la razón excluyente por la cual tiene sentido la institución policial. Para cumplir entonces, con su función, la policía tiene en sus manuales, un plan escalonado según el tipo y tiempo del delito: Lo primero es la acción preventiva. Luego la función investigativa. Por fin, la represiva. Les toca a los medios, cuando toman la noble decisión de colaborar con la seguridad de las personas (es tristemente raro que suceda), intentar los vínculos de proximidad y comunicación. Empaparse del conocimiento del estatuto policial, del entorno social y, sobretodo, del ser humano en asunto de tan sensible importancia para él como es la seguridad de su vida, de la vida de sus seres queridos y de sus bienes.

En un Estado de Derecho, con plena vigencia de la institucionalidad democrática, la acción policial debe ser respetada y ayudada por la comunidad toda; y a la vez esa policía debe respetar los principios, valores y autoridades que legitiman el orden democrático. Cuando la policía ejerce la seguridad pública no sólo previene, investiga y reprime (según el orden ya dicho). Además, ofrece a la ciudadanía la oportunidad de mancomunar los esfuerzos que les son propios a todos sus actores: comerciantes, industriales, trabajadores, agricultores, educadores, funcionarios, profesionales, dirigentes vecinales, autoridades, transportistas, organismos de beneficencia, agrupaciones de jóvenes, de mujeres, de adultos mayores, elaborarán sus propios proyectos de seguridad, lo harán desde sus propias posibilidades, pero además a través de acciones solidarias y transversales entre diferentes sectores. Y, hasta en actividades más simples aunque igual de efectivas tales como la observación, alerta, registro y requerimientos ciertos de presencia policial entre otras.

La colaboración entre comunidad organizada y policía ha demostrado, en países mas experimentados en la vida democrática, que es posible y eficaz. Claro que en dichos países, el rol de los medios es protagónico y decisivo; partiendo de una base ética que podríamos resumir en la frase: “El límite ideológico es el riesgo de la inseguridad ciudadana”, en Argentina, los grandes medios que jamás apreciaron lo ético: callan, ocultan y mienten. Pero si se alían con tanta o mas efectividad que los casos europeos. Difieren, eso sí, el objetivo allá es la salvaguarda comunitaria, aquí es el engaño interesado al lector, oyente y televidente que ignora porque no ve ni escucha, no percibe porque todo está escondido, no sabe porque le mienten.

Un párrafo aparte merece la formación de los comunicadores sociales. Mas allá que en la materia tienen un rol descollante; el crecimiento en las especializaciones periodísticas debe tomarse muy en cuenta en este sentido; todo el país necesita de cronistas comprometidos con la justa verdad. No solo justa en cuanto a decir fehacientemente lo sucedido, sino con relación a bajar decibeles de alarmas exageradas cuando no falsas. Es otro aspecto en el que, la colaboración mutua entre los distintos estamentos de la comunidad, servirá –esto es urgente- como regulador del periodismo que, en tanto “cuarto poder” es fantástico el bien que puede hacer y es trágico el mal que hace. En el primer caso favorece nada menos que a los seres humanos, a la justicia y a la democracia, en su faz negativa (cotidiana) perjudica a esos mismos valores.

En síntesis, la función policial para la seguridad ciudadana requiere de planes y programas institucionales adecuados de formación y capacitación, donde la población pueda asumir que la semejante tarea debe ser objeto de apoyo y de control institucional y social, el periodismo también. El Gobierno Nacional ha tomado una iniciativa en esa dirección: involucrar a todas las Fuerzas y a estas con la ciudadanía.

Otro es el eje que sale a luz en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, queda evidenciado porque tomó la iniciativa opuesta, sintetizada de manera contundente con los nombres elegidos en la primera instancia para comandar la Policía Metropolitana, por priorizar la represión a la prevención y a la investigación deformado el “abc” de la doctrina policial. Quiere decir que mientras la decisión ministerial nacional de auspiciar económicamente un proyecto innovador y certero, apropiado a los mejores textos de seguridad urbana, como es el de aunar las Fuerzas en el plan de protección. Los medios monopólicos en alevosa connivencia con las autoridades de la C.A.B.A la callan, la tergiversan, la burlan...

Sin embargo, al conjunto nacional, más allá de accidentes nefastos como soportar neófitos en el poder ejecutivo de la Ciudad le falta lo fundamental, nos referimos a una circunstancia social y popular advertida sin baches en asuntos tan distintos como la celebración del Bicentenario y ahora Tecnópolis: La participación ciudadana. ¿Cuánto más seguro sería el país si en números millonarios nos cuidáramos las espaldas entre nosotros?



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