Bienvenido a Comunicación Política Nacional y Popular





Un abrazo popular y nacional
Osvaldo L Conde







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lunes, 19 de julio de 2010

Armas de desinformación masiva

El primer parrafo del libro "Propaganda", de E.Bernays, que usa el video como base crítica de reflexión dice: "La manipulación conciente e inteligente de los habitos organizados y de las opiniones de las masas es un elemento importante en la sociedad democratica. Aquellos que manipulen este mecanismo no visible de la sociedad constituiran un gobierno invisible el cual es el verdadero poder que rige".


sábado, 17 de julio de 2010

El nombre de Ignacio Ramonet y de la publicación que dirige, "Le Monde Diplomatique", suenan con ecos de excepción, en el actual panorama mediático construido en torno a grandes grupos y sujeto a la dictadura de la financiación y la publicidad. Ramonet visitó la Facultad de Comunicación de Sevilla, donde tuvimos la oportunidad de realizar esta entrevista, en la que el mimetismo en los contenidos informativos, la degradación del profesional periodista y la necesidad de crear nuevos modelos de organización en los medios se revelan, para Ramonet, como cuestiones cruciales. Aquí habla de dicha publicación pero mucho más de la actual construcción de la prensa.

miércoles, 14 de julio de 2010

COMUNICACIÓN, CULTURA Y DESARROLLO

Este material se utiliza con fines exclusivamente didácticos


Incorpramos una copia del capítlo del libro "Memoria de la comunicación" de

Héctor Schmucler (Editorial Biblos; 1ª ed., Buenos Aires, 1997), que lleva por título "Comunicación, cultura y desarrollo", donde se expone con claridad cuales son las razones de aquellos medios, en general los oligopólicos y monopólicos, que tienen para intentar homgeneizar el pensamiento general. Enetendemos que el texto será un buen soporte para el Curso.

En el documento que acompañaba a la invitación a participar en esta mesa redonda se pregunta: “¿Cuál es el papel de los sistemas de comunicación masiva en la configuración de las culturas nacionales y en la preservación de las identidades y pluralidades nacionales? ¿Cómo influyen los flujos internacionales de mensajes culturales?”. La brevedad del tiempo asignado a cada uno de nosotros para exponer nos obliga a transitar entre dos riesgos: el de cierto esquematismo o el de verse bruscamente interrumpido por el moderador. Prefiero correr el primero.

Se me ocurre, para empezar a contestar la pregunta formulada, sustentar la premisa: consideramos deseable la existencia de culturas nacionales y la preservación de pluralidades culturales. Esta premisa, esta toma de posición, es menos obvia de lo que parece. No siempre las declaraciones sobre el tema se armonizan con las acciones. Afirmar la voluntad de mantener y reforzar las identidades culturales nacionales compromete no sólo el pensar, sino también un actuar en los múltiples campos del hacer humano que conforman lo que genéricamente se llama cultura: la forma concreta como viven los hombres y mujeres de un lugar y una época determinada. En consecuencia, defender y reforzar las culturas nacionales no alude simplemente al rescate del folclore (que muchas veces disimula una nostalgia culposa). Se trata de considerar el transcurrir cotidiano de los individuos, es decir, su forma de trabajar, las relaciones económicas que establecen, su vinculación con la sociedad, sus creencias religiosas, su sentimiento del amor, su actitud ante la muerte, sus ideas sobre el tiempo y el espacio.

Señalar, pues, que uno cree deseable el mantenimiento y reforzamiento de identidades culturales nacionales compromete el resto del discurso. En este mismo camino, si la idea de pluralidad cultural la asumimos como concepto positivo defendible, vamos a reflexionar y a imaginar acciones en un sentido determinado. A la inversa, si nuestras convicciones (conscientes o no) sesgan negativamente estos conceptos de identidad y pluralidad, las acciones que se promuevan estarán cargadas de esa manera de ver negativa. Es prioritario, entonces, señalar un punto de partida. Como no es oportunidad, la de esta mesa redonda, para teorizar sobre estos temas, las afirmaciones deberán resignarse a ser peticiones de principio: yo creo beneficioso el mantenimiento de las identidades culturales nacionales tanto como el propiciar la pluralidad cultural, es decir, el reconocimiento de la legitimidad de las diversas culturas. Tratemos de vincular esta afirmación con las preguntas iniciales e imaginemos que los “sistemas de comunicación masiva” y “los flujos internacionales de mensajes culturales” influyen en sentido contrario a la configuración de “culturas nacionales” y a la “preservación de identidades y pluralidades culturales”. El tema no es novedoso. Ha merecido, desde hace años, la atención de estudiosos y organismos internacionales, regionales y locales. Tampoco es original el intento de formular indicaciones para neutralizar o revertir esas tendencias consideradas copio negativas. A estas indicaciones quisiera referirme brevemente.

Sugiero clasificarlas respuestas posibles alas distorsiones causadas por los medios masivos y por los flujos internacionales de mensajes en dos grandes tendencias: “Respuestas reglamentario-coercitivas” y “Respuestas orgánico-consensuales”. Las respuestas del primer grupo, las que llamamos reglamentario-coercitivas, las más tradicionales y frecuentes, ofrecen dos caras:

1. Respuestas coercitivas negativas: son las que plantean, por ejemplo, la necesidad de reglamentaciones tendientes a impedir que los flujos internacionales atenten contra las culturas nacionales.

2. Respuestas coercitivas positivas: propician legislaciones que impongan, por ejemplo, la obligatoriedad de producción y difusión de obras de origen nacional.

Las respuestas orgánico-consensuales (perdonen ustedes esta especie de neologismo, pero no sé cómo expresarlo de otra manera) indican en primer lugar la necesidad de generar condiciones socioculturales para que sea posible una voluntad colectiva de preservación de las identidades culturales. A su vez, y vinculado de manera inescindible con esta posibilidad de voluntad colectiva, resulta obligante el auspiciar el reconocimiento colectivo de las pluralidades. Este punto de vista se diferencia marcadamente de las respuestas reglamentario-coercitivas. Trataré de explicar esta diferencia; al menos, lo que presupone esta diferencia para mi espíritu.

Parto de la sospecha de que no es innata, ni expresa hoy una voluntad generalizada, la defensa de las identidades nacionales, ni el reconocimiento de las pluralidades. Por lo tanto, cuando hablo de respuestas

Este artículo constituyó originariamente una presentación a la mesa redonda sobre Comunicación y Desarrollo organizada por IPAL en Lima (mayo de 1996). Publicado en Comunicación y Desarrollo, Lima, IPAL, 1987. 4

orgánico-consensuales, estoy sugiriendo la necesidad de crear una voluntad colectiva, es decir, de un reconocimiento deseado y consciente de estos valores. Como se ve, es lo contrario de promulgar reglamentaciones que, a veces, se oponen a las voluntades colectivas.

También exige alguna reflexión el “auspiciar condiciones culturales para el reconocimiento colectivo de las pluralidades”. Creo que el dilema actual –el dilema del mundo y no de las comunicaciones sectorialmente consideradas– radica en la pugna entre pluralidad y homogeneidad. Enfrentamiento profundo que abarca prácticamente a todo el planeta. La pluralidad, enfrentada a la homogeneidad, debería entenderse como el reconocimiento de lo otro y no como la tolerancia de lo otro. El matiz es definitorio y podría ayudar a distinguir entre conceptos próximos como pluralismo y pluralidad. El pluralismo convoca sólo a la tolerancia: se admite que en un mismo campo de intereses haya aproximaciones distintas de las de uno mismo. Desde nosotros, aceptamos la existencia de lo diferente: lo otro queda incluido corno parte de nuestro propio mundo. El reconocimiento de la pluralidad presupone la existencia de concepciones globales distintas de las nuestras; consentidos y valores que exigen –para comprenderlas– un descentramiento de nosotros mismos. El otro, en este caso, no se constituye desde nosotros, sino originariamente. No presupone otra mirada de la misma realidad (establecida por nosotros), sino una mirada que percibe su propia realidad. Hemos dado un salto. Hay que reconocer que la pluralidad establece un desafío difícil a nuestro logoantropocentrismo. Desafío complejo e inquietante, sobre todo porque creo que la tendencia dominante marcha en sentido contrario, hacia el reinado de la homogeneidad.

Quisiera formular un par de consideraciones sobre esta tendencia dominante hacia la homogeneidad y que tienen que ver con nuestro tema:

1. Pareciera que –por naturaleza– los medios masivos de comunicación tienden a la homogeneización. Si no fuera así, si los medios masivos fueran puros instrumentos “utilizados “circunstancialmente como elementos homogeneizadores, podrían cumplir, en un mismo espacio social, un papel no homogeneizante. El problema radica en que no son los medios masivos de comunicación responsables autónomos de los procesos de homogeneización cultural. Es la sociedad, o mejor dicho, las formas concretas de existencia de los hombres en la sociedad, lo que produce el efecto homogeneizador. En realidad, los medios son parte de esa manera de vivir.

2. Las nuevas tecnologías para el manejo de la información aceleran esta tendencia a la homogeneización. La difusión de algunos patrones tecnológicos contradice, muchas veces, las concepciones témporo-espaciales en las que se sustentan las culturas locales donde se instalan y predominan estos procesos tecnológicos. Enfatizo la variable témporo-espacial porque son coordenadas sobre las cuales reconocemos, al menos hasta el día de hoy, todas las culturas conocidas. El cambio sustantivo que estamos viviendo en la actual transformación tecnológica afecta, justamente, las ideas largamente arraigadas sobre el tiempo y el espacio.

Hace cuarenta años algunos integrantes de la Escuela de Frankfurt se interrogaban sobre aspectos similares a los que nos preocupan cuando hablamos de mensajes masivos. (Es agradable para mí reconocer públicamente que Antonio Pasquali, mi co-ponente en esta oportunidad, fue tal vez el primero en difundir los estudios frankfurtianos en América latina.) La pregunta persiste: ¿pueden los medios masivos no ser homogeneizantes? Ya se sabe que, en los estudios sobre comunicación masiva, este perfil cultural de la inmediata posguerra fue reemplazado en buena medida por los enfoques funcionalistas que se expandieron a partir de los teóricos norteamericanos. Hoy, cuando volvemos, con renovadas fuerzas, a inquietarnos por identidades y pluralidades, nos resulta estrecho el campo diseñado por el funcionalismo (de derecha y de izquierda) acostumbrado a pensar la comunicación masiva vinculada solamente a modelos de desarrollo únicos e indiscutibles. También ciertos lugares comunes sobre lo que se ha dado en llamar “políticas de comunicación” deberían ser revisados a la luz de estos conceptos.

Insistamos en nuestro tema específico: comunicación y cultura. ¿Cuál es el campo semántico recortado por el concepto de comunicación? También en este caso se requieren ciertas precisiones para avanzar en la búsqueda que nos hemos propuesto. “Comunicación”, así como “cultura”, expanden tanto su significación que termina siendo inabarcable. Para nuestro objetivo, distinguiremos centralmente dos maneras de concebir la comunicación:

1. la comunicación en un sentido técnico-instrumental es decir, las distintas maneras de transmitir algo separable, en unidades de información, y

2. la comunicación en sentido ontológico-moral (o antropológico, constituyente de lo humano): es decir, como manera de ser de los hombres en el mundo.

Nuestro interés se fija en esta segunda perspectiva, puesto que nos preocupan los estilos de vida, o sea, el vivir humano en el mundo. Desde esta óptica observamos la comunicación técnico-instrumental que,

3. sin duda, es la versión dominante en casi todo el planeta. La tecnología redimensiona su importancia (diríamos que es más y menos insignificante al mismo tiempo); la redefinición de los sistemas comunicativos deja de ser un mero problema de transferencia tecnológica –con sus virtudes y sus peligros para la economía y la autodeterminación de los países periféricos–, para interesar al destino mismo de las culturas. Vista así la comunicación, como constituyente de lo humano, como momento de trascendencia de lo individual, de comunión con el otro, modifica su relación con el concepto de cultura. Deberíamos entonces hablar de una relación comunicación-cultura, es decir, de espacios semejantes y no de “comunicación y cultura”, que al unir los dos términos con una cópula presupone su diferencia. Si prosiguiéramos con esta reflexión tal vez llegaríamos a sugerir la conveniencia de pensar la comunicación como cultura.

Regresemos un minuto a la tecnología para afirmar que las tecnologías de comunicación –como cualquier otra– no son neutras, es decir, que su diseño y utilización implican formas más o menos previstas de relaciones entre los seres humanos. Si es así, la percepción del mundo al que aspiramos está también incluido en las tecnologías que utilicemos en su construcción. Comunicación y desarrollo son variables mutuamente dependientes. Qué comunicación para qué desarrollo podría ser una cuestión previa a cualquier postulación específica de políticas comunicacionales. Ya nadie discute que el desarrollo es un concepto artificioso que convoca más datos que las simples estadísticas económico-sociales. Falta en cambio un largo camino a recorrer para que la comunicación sea entendida no sólo como un instrumento cuyo signo positivo o negativo depende más de quien lo use que de las relaciones que por sí misma tiende a implantar. ¿Cómo actúa la tecnología para facilitar o impedir la comunicación en el sentido antropológico a que nos hemos referido? He aquí la pregunta que considero sustancial, si es que con desarrollo queremos hablar del bienestar (material y espiritual) de los seres humanos.

El mundo informatizado, hacia el que parece apuntar la impresionante expansión de las nuevas tecnologías para el manejo de la información, configura una manera de existir, una cultura, y no una simple ampliación de potencialidades ya existentes. Expresión de la comunicación en sentido técnico-instrumental, no es seguro que también favorezca la otra, la que consideramos prioritaria. Los datos de que disponemos permiten sospechar que la creciente automatización de los procesos productivos materiales e intelectuales configuran seres dependientes de tina lógica multiplicadora de objetos, (le sistemas de control, de una vida humana administrada. Y la planeación administrativa de la existencia se compadece poco con el ser de los humanos, que se dilata en zonas difícilmente cuantificables, como el deseo y el amor. Si el futuro no es algo previamente existente, al que sólo tenemos que llegar –como lo ha insinuado algún ponente de esta mesa redonda–, sino una creación que está en germen en nuestro presente, las decisiones que se tomen hoy sobre las tecnologías de información prefigurarán el universo inmediato.

En fin, resumo una serie de expresiones de deseo que algunos podrían entender como un programa de acción: a) buscar la pluralidad, no tolerarla; b) saber que hay un otro tan digno de existir como nosotros mismos y que ese existir puede pasar por pautas culturales diversas a las nuestras; c) propiciar las condiciones para que la pluralidad –la convivencia de culturas– sea posible; d) luego, sólo luego, decidir nuestras opciones técnicas; e) no aceptar, como lo auspiciaban los ludditas hace dos siglos en los albores de la primera revolución industrial, ninguna máquina que atente contra la felicidad de los seres humanos.


LA INVESTIGACIÓN (1982): UN PROYECTO DE COMUNICACIÓN Y CULTURA∗

En los últimos tiempos se han ido desmoronando muchos de los edificios intelectuales que hasta poco antes imaginábamos perdurables, cuando no definitivos. Historia colectiva y saberes individuales se combinaron para construir esta nueva lucidez crítica, de cuyo cuestionamiento no escaparon los temas vinculados a la comunicación y la cultura. En el número tres de esta revista, hace ya diez años, sosteníamos con Armand Mattelart que “resulta estrecho considerar exclusivamente los fenómenos localizados en el clásico esquema emisor-canal-receptor para entender la significación que adquieren los «mensajes» que circundan al hombre”. En aquellos momentos, la llamada ciencia de la comunicación imponía su soberbia con diversos ropajes. Algunos atuendos ya mostraban arrugas: estadísticas, modelos cibernéticas, análisis de contenidos manifiestos; otros tenían el encanto de la moda reciente: formalizaciones semiológicas, teoría de las ideologías, análisis automático del discurso. Los partidarios de uno y otro campo establecían precisos antagonismos que a veces dieron lugar a disputas apasionadas. Nosotros también estábamos en ese juego que parecía tener como apuesta la conquista de la verdad.

Para los que negaban el funcionalismo dominante, el auténtico conocimiento tenía otro rostro: la materialidad del lenguaje, la materialidad de las ideas, las estructuras de significación que se ocultaban bajo la superficie del discurso y que debían ser develadas de manera implacable. Aquello, lo otro, era ideológico: construcción falsa de las apariencias del mundo; esto, lo propio, era la realidad sustantiva, profunda, descubierta a través de las trampas sembradas por la ilusión de transparencia que ofrecían las cosas. La ciencia del funcionalismo era un simulacro; la sustentada en el materialismo, se decía, representaba la realidad objetiva. Apenas si sospechábamos entonces, al menos en América latina, que no era cuestión de predicados, sino que lo que estaba tambaleando en el mundo entero era el concepto mismo de ciencia.

En el Cono Sur, lugar geográfico donde crecían nuestras reflexiones, las ideas se encarnaban en hechos sociopolíticos con consecuencias dramáticas. En 1973 un golpe militar terminaba con el gobierno de la Unidad Popular en Chile y la muerte de Salvador Allende se convirtió en el símbolo de un fracaso. Seis años antes, en Bolivia, la agonía del Che Guevara desencadenaba interrogantes irresueltos hasta hoy. Cuando en 1974 señalábamos nuestra sospecha sobre los límites de algunas concepciones teóricas, en la Argentina se entretejían los hilos de una tragedia que tendría un momento destacado en marzo de 1976. Las ideas, en algunos países de América latina, no sólo se configuraban en un espacio histórico que le servía de marco, sino que eran partícipes de los acontecimientos. La “teoría de la dependencia”, además de un esquema interpretativo de la realidad, fue, en algunas circunstancias, la matriz sobre la que se montaron acciones concretas. Althusser, en América latina, no era sólo tema de tesis universitarias y polémicas académicas: inspiraba, especialmente a través de sus epígonos, modelos de prácticas políticas. Algunos libros de Regís Debray habían superado los muros de la École Normale y solían alojarse en la mochila de algún guerrillero. La teoría no pasaba a través, sino que estaba en el drama.

Fueron años de confino aprendizaje. Denunciábamos, y con razón, el uso que se pretendía hacer de los medios masivos como instrumentos al servicio de un modelo de desarrollo inspirado en las universidades norteamericanas que, de paso, impediría la expansión de las acciones insurgentes de los pueblos latinoamericanos. Señalábamos que la proliferación de facultades y escuelas consagradas al ideal de “la comunicación para el desarrollo”, enmarcadas en proyectos como la Revolución Verde o la Alianza para el Progreso, facilitaba la vinculación de América latina a los intereses hemisféricos de Estados Unidos. En nombre de la ciencia, se expandía una cultura que consagraba la dominación. La ciencia de la comunicación rebautizaba el nombre de institutos de enseñanza superior que antes se denominaban “de periodismo” o que se aceptaban como lugares de educación en técnicas informativas. Una bibliografía generosamente distribuida por todos los países insistía en el mérito de lo científico en reemplazo de lo que hasta entonces era mero arte, oficio. Los doctos en comunicación podrían llamarse comunicólogos. En el seno de la institución universitaria, la ciencia igualaba jerarquías: las modestas escuelas pasaban a ser facultades. La ciencia consolidaba la autenticidad de los conocimientos, volvía indiscutibles las opiniones de quienes ejercían la profesión (porque ya no eran simples opiniones) e imponía una exigencia soberana: la investigación. Investigar fue el fantasma que habitó los sueños de dignidad científica en los estudios de comunicación. Obsesión y tormento. La ecuación era simple: la verdad se alcanza únicamente con la ciencia y la ciencia es sinónimo de investigación. Sólo era necesario difundir la llave maestra que abría el camino regio: el método. Los programas de enseñanza incluyeron, en consecuencia, la “metodología de la investigación científica”.

Funcionalistas o no, casi todos invocaban una verdad científica y cualquier heterodoxia metodológica estimulaba las iras de laicos sacerdotes del saber. Para la ciencia funcionalista el dato cuantitativo era la realidad en sí. Desde otro bando se denunciaba la falacia: la realidad, justamente, está disimulada por esa apariencia de realidad. La ciencia, la verdadera, era la que podía atravesar la opacidad del sentido común para descubrir las leyes estructurales que rigen los procesos naturales, sociales o históricos. Si se cometían errores, eran producto de la falta de destreza de los seres humanos que no atinaban a derribar las barreras levantadas por la episteme. Pero la ciencia estaba allí, definitiva, para arrancar las verdades que el mundo se resistía a mostrar. Lo importante era descubrir cómo interrogar; el qué no ofrecía dificultades. Aldo Gargani apunta con agudeza: “El drama religioso de la racionalidad moderna consistió, por lo tanto, en plantearse como manifestación o evangelio de una verdad que traduce un mundo en que toda cosa está lógicamente decidida y nada, o casi nada, es dejado a los procesos constructivos del saber. Un rasgo esencial de la racionalidad tradicional fue la tendencia a inscribir la investigación sobre el fondo de una escena intelectual en que para cada pregunta está ya predispuesta simétricamente la respuesta” (Crisis de la razón, Siglo XXI). En aquellos años tal vez no teníamos suficiente conciencia de que el derrumbe de esa racionalidad había comenzado desde hacía mucho. La “crisis de la razón” movilizaba a algunos sectores del pensamiento europeo. En América latina, algunas certezas se teñían con la sangre de quienes las postulaban. Sangre que no era simbólica, que no sólo se derramaba en proclamas encendidas. Fue más desprolija esta experiencia latinoamericana, donde habitaba la muerte. Pero no demasiado distinta de la que se padecía en los claustros académicos o en los recintos políticos del otro mundo, al que la metáfora biológica llama desarrollado.

Comunicación y Cultura participó del estremecimiento intelectual y político. Su vida chilena apenas si alcanzó al primer número. La etapa posterior, en Buenos Aires, se extendió hasta el número cinco. Los que siguieron, incluido este número doce, se editaron en México. Uno de los directores vive en Francia desde 1973, obligado a salir de Chile después del golpe de Estado. El otro tuvo que abandonar su país, Argentina, en 1976, y se radicó en México. La política determinó una especie de diáspora que significa desgarramientos, pérdidas, nostalgia infinita; el cuestionamiento intelectual fue marcando su presencia en las sucesivas entregas de la revista. No es mérito que pueda personificarse el que sus páginas permitan recorrer una de las historias, tal vez la más compleja, de los estudios vinculados a la comunicación en América latina.

Hoy ya creemos saber algunas cosas y a partir de ellas imaginamos un lugar posible para Comunicación y Cultura. Ya lejos, y seguramente con otras resonancias, podríamos repetir algunos de los objetivos que señalábamos en 1973, en el número uno de la revista: “Deben emerger una nueva teoría y una nueva práctica de la comunicación que, en definitiva, se confundirá con un nuevo modo total de producir la vida hasta en los aspectos más íntimos de la cotidianidad humana”. Hoy ya sabemos que no existe una verdad, previa a nuestro conocimiento, que está esperando ser revelada; que el conocimiento es un proceso de construcción y no de descubrimiento. Hemos aprendido que las realidades son infinitamente más complejas que las anunciadas por algunas matrices teóricas. El individuo, la subjetividad, no es sólo una consecuencia: es componente decisivo que actúa en condiciones físico-naturales cuyo funcionamiento también admite el azar y lo imprevisible. Hemos aprendido a reconocernos como seres humanos cuyos deseos y placeres están en el origen de sus acciones (incluidas las colectivas). Estamos aprendiendo a no ruborizarnos cuando empleamos la palabra felicidad o amor; cuando declaramos que los seres humanos no deberían estar después sino antes de los modelos sociales y económicos que se proponen en la actualidad.

Fuimos aprendiendo, también, que ideas como las que hemos anotado no son simples votos piadosos. Por el contrario, constituyen el motor de cualquier acción contemporánea que intente superarla crisis de esta civilización que creía avanzar hacia algo y que parece lanzada a la destrucción, a la nada. Una civilización (no la civilización) mercantil, productivista, tecnocrática, ubicada en Occidente y Oriente, capitalista y socialista, que tiene horror al vacío que nos amenaza y que lo niega con hipótesis tranquilizantes. Civilización del optimismo resignado: ante lo inevitable no tiene sentido la resistencia porque esto inevitable es lo único posible, es la realización legítima de leyes inexorables. Aceptar y, en todo caso, adaptar. El posibilismo como filosofía de la sensatez.

Algunos, en cambio, creemos que se trata de una encrucijada. Que existe más de un camino y que lo único que ocurre es que los siglos recientes han ido orientando nuestra mirada para que podamos ver sólo uno. Pensando en cosas semejantes, Edgar Morin ha sabido resumir un curso deseable de acción: “Debemos resistir a la nada. Debemos resistir a las formidables fuerzas de regresión y de muerte. En todas las hipótesis, es preciso resistir. El porvenir ya no es la fulgurante marcha adelante, o, más bien, hay que resistir también a la fulgurante marcha adelante de las amenazas de sometimiento y destrucción. Más ampliamente, desde hoy 8

debemos, tenemos que resistir sin cesar a la mentira, al error, a la salvación, a la resignación, a la ideología, a la tecnocracia, a la burocracia, a la dominación, a la explotación, a la crueldad. Más aún, debemos prepararnos para nuevas opresiones, es decir para nuevas resistencias. [...] Todo puede comenzar desde no se sabe dónde, todo debe comenzar desde todas partes, por varios extremos, es preciso que se operen varios comienzos a la vez, se sincronicen, se sinergicen, hagan remolino... [... ] Preparémonos para la irremediable derrota. Aunque deseemos sobre todas las cosas ver el cese de la humillación, el desprecio, la mentira, ya no tenemos necesidad de certidumbre de victoria para continuar la lucha. Las verdades exigentes prescinden de la victoria y resisten para resistir.

“Pero preparémonos también para las liberaciones, incluso efímeras, para las divinas sorpresas, para los nuevos éxtasis de la historia...” (Para salir del siglo XX, Kairós).

Hasta aquí hemos llegado. Un proyecto de comunicación/cultura no podría continuar sin asumir esta lacerante conciencia. Para empezar, deberíamos establecer, conceptualmente, una barra entre los dos términos (comunicación, cultura) que ahora articulan y destacan sus diferencias con una cópula. La barra (comunicación/cultura) genera una fusión tensa entre elementos distintos de un mismo campo semántico. El cambio entre la cópula y la barra no es insignificante. La cópula, al imponer la relación, afirma la lejanía. La barra acepta la distinción, pero anuncia la imposibilidad de un tratamiento por separado. A partir de esta decisión, y con todo lo ya acumulado, deberíamos construir un nuevo espacio teórico, una nueva manera de entender y de estimular prácticas sociales, colectivas o individuales. No es poco lo que ya se ha avanzado: en las páginas de Comunicación y Cultura se podrían reconocer trabajos rigurosos que insinúan este rumbo; autores del mundo entero ya han aportado reflexiones iluminadoras.

Venimos de un obstinado fracaso: definir la comunicación. En consecuencia, siempre resulta problemático establecer el campo específico en donde se incluyen los hechos que nos proponemos analizar. Por supuesto que existen definiciones. Pero normalmente deben acudir a generalidades tan vastas que abarcan el universo de lo posible: todo es comunicación. El concepto de comunicación, así, carga la culpa del racionalismo que intenta formular leyes únicas para explicar el funcionamiento de fenómenos plurales. La versión cibernética de retroalimentación está en el centro de esta corriente explicativa que totaliza su visión en la teoría de sistemas. Todo se comunica, quiere decir, estrictamente, que todo se autorregula, que todo tiende a un fin. (Falta aún una historia que vincule la construcción de los conceptos de comunicación y energía, que reemplazan a la “causa primera” en la metafísica moderna.)

El estudio de la comunicación se convierte, con frecuencia, en el aprendizaje del uso de instrumentos o en la evaluación de las consecuencias del uso de determinadas tecnologías. En uno u otro caso, el instrumento aparece como un mediador más o menos neutro. Hay una historia de los usos de algunas técnicas; hay otra historia, la de la técnica, que se muestra como un proceso de evolución natural, condicionado, en todo caso, por otros hechos científico-técnicos. Uso e instrumento suelen mostrarse como realidades aisladas, cuando no son más que momentos indisociables de un mismo fenómeno.

La razón tecnocrática, meramente instrumental, encuentra su negación en la versión ontológica-moral de la comunicación, consagrada desde sus orígenes: comunicar es comulgar. Más allá de su connotación religiosa, la acción comunicativa es un hecho ético, es decir, político, no instrumental. Habermas subraya la diferencia: “La acción estratégica se distingue de la acción comunicativa, que tiene lugar bajo tradiciones compartidas, en que la decisión entre posibilidades alternativas de elección puede y tiene que tomarse de forma fundamentalmente monológica, es decir, sin un entendimiento ad hoc, ya que las reglas de preferencia y las máximas que resultan vinculantes para cada uno de los actores vienen ajustadas de antemano” (Ciencia y técnica como “ideología”, Tecnos). La perspectiva de la comunicación/cultura asume los problemas de la eticidad, “que sólo pueden surgir en el contexto de la comunicación entre actores y de una intersubjetividad que sólo se forma sobre la base siempre amenazada del reconocimiento recíproco” (Habermas, ídem).

Desde aquí deberíamos reiniciar el camino: estimular algunas tendencias vigentes, cuestionar otras, superar (negar) la mayor parte. Muchas preguntas, por lo tanto, deberían ser alteradas. Lo que está en cuestión es el qué y no sólo el cómo. No se trata de describir apartándonos, sino de construir un saber que nos incluya, que no podría dejar de incluirnos. La relación comunicación/cultura es un salto teórico que presupone el peligro de desplazar las fronteras. Pero, justamente, de eso se trata: de establecer nuevos límites, de definir nuevos espacios de contacto, nuevas síntesis. En vez de insistir en una especialización reductora, se propone una complejidad que enriquezca. Nada tiene que ver esto con la llamada interdisciplinariedad que, aun con las mejores intenciones, sólo consagra saberes puntuales. Se pretende lo contrario: hacer estallar los frágiles contornos de las disciplinas para que las jerarquías se disuelvan. La comunicación no es todo, pero debe ser hablada desde todas partes; debe dejar de ser un objeto constituido,
para ser un objetivo a lograr. Desde la cultura, desde ese mundo de símbolos que los seres humanos elaboran con sus actos materiales y espirituales, la comunicación tendrá sentido transferible a la vida cotidiana.

lunes, 12 de julio de 2010

Un factor que complica a la Comunicación tanto política como mediática es, el que se incorpora a través del lenguaje digital; el abuso de dicha terminología en sectores políticos populares será, sin dudas, contraproducente. El power que incluimos pretende -con cierto humor- mostrar la línea separatoria que produce dicho lenguaje. El fin de incorporarlo es, advertir del cuidad que, se debe observar por parte de los dirigentes populares, en su utilización; obervando detenidamente  a quienes les hablan y como lo usan.


domingo, 11 de julio de 2010

Una Ley plural, por lo tanto: popular y nacional

Para redactar el presente trabajo hemos recurrido periodistas como Raúl Barroso o Mabel Moralejo. También, a la desgravación de nuestro seminario “El Periodista, entre la libertad de prensa y el salario pago por los monopolios” Se trata de un documento sencillo pero –en nuestra humilde opinión- necesario para conocer en detalle los motivos elementales por los cuales urge la aplicación de la nueva ley de radiodifusión, creyendo incluso que, en ello nos va nuestra identidad de país plural, libre, patriótico y popular.


INTRODUCCION
La realidad de los medios no ha quedado excluida del proceso de globalización; por el contrario, el gran cambio que se está operando en la propiedad de los medios responde a esta circunstancia. ¿Cómo afectan esos fenómenos el flujo de información hacia las sociedades? Y ¿como al periodismo? son dos de las muchas preguntas que pululan hoy en la opinión pública.

Hay, por otra parte, dos ejes centrales en el desarrollo del tema: (1) El análisis de la posición de los multimedios respecto de los medios más chicos o independientes (2) La influencia del poder informativo.


RESEÑA HISTORICA
En la década del 90 se legalizó un fenómeno extendido en otros países, el de los multimedios, es decir, diversos medios de características diferentes en manos de pocas empresas. A fines de 1989 se derogó el Art. 45 inciso “e”, de la Ley de Radiodifusión 22.285, que prohibía a las empresas periodísticas gráficas el acceso a la Radio y a la TV, es decir, a la propiedad de medios electrónicos. En este punto la norma era estricta.

En cambio, en otros aspectos dejaba la puerta abierta para que, mediante subterfugios, se violara lo que el mismo texto indicaba en el artículo 45. A diferencia de lo que prescribía la ley de Radiodifusión del año 1972, la de 1980 admitió que en los directorios o en el cargo de director general de los medios electrónicos puedan figurar personas ajenas a la condición de radiodifusor.

Vale decir, la propiedad de un medio estaba dada por tendencia accionaria y, sólo bastaba, lograr que no se descubriera una violación al artículo 45 inciso: “e” para acumular medios escritos y de onda. Esa mayor liberalidad de la ley 22.285 hizo que la estructura propietaria de los medios de difusión se escondiera, en algunos casos, en el secreto de escribanías que resguardaban el pase de acciones. En mayo de 1989, a cuarenta días de abandonar la presidencia, Raúl Alfonsín, se dio tiempo para pasar al Congreso de la Nación el proyecto de ley modificando el artículo mencionado

El lobby efectuado por Clarín había resultado. Logró influir en el gobierno saliente, y en el entrante (Menem) para eludir definitivamente la traba de Ley del artículo mencionado. Tanta fue la presión del oligopolio mediático que, un gobierno acosado por problemas de todo tipo; desde saqueos a supermercados al brutal deterioro de la hiperinflación, logró que con la firma de los Ministros: Juan Carlos Pugliese, Gabriel Dumán y Jesús Rodríguez rubricar el proyecto de Ley. Se trata de una norma en verdad extraña al régimen de radiodifusión, contraria al principio de garantías institucionales, cuya subsistencia, desde ese momento, afectará la legitimidad de cualquier proceso privatizador de licencias.

Más cómodo que a Alfonsín; fue para Ernestina y Cia hacerle lobby a Menem, pues los seis meses que acortó el radical su mandato no permitieron al Congreso tratar la modificación. Así que, apenas accedió el riojano al poder, adiestrado por el Grupo Clarín envió al Parlamento la Ley de Reforma del Estado que modificó las pautas de Radiodifusión, derogando el artículo que inhibía a los propietarios de medios gráficos volcarse a los medios electrónicos.

Con mucha presión la empresa periodística -se dice que, utilizando los servicios siempre dispuestos del diputado José Luis Manzano- logró su objetivo, Carlos Menem consintió de inmediato.

Con relación a las excepciones efectuadas durante ese gobierno, en su momento, la Oficina Anticorrupción puso la lupa sobre la relación especial entre el poder político y los multimedios de comunicación más poderosos del país. Se concluyó que fueron otorgados beneficios ilegales, concedidos en forma discrecional. A pesar de ello, aparecieron alevosamente los beneficiados todos vinculados con el gobierno: Cablevisión, Canal 2, FM Aspen, Radio América, Telearte, VCC y TELEFE.

Asimismo, otra de las denuncias de la Oficina Anticorrupción alcanzó a poner de manifiesto el alto grado de concentración económica en el sector y, la penetración, que distintos medios internacionales tuvieron en el mercado local durante esos años. El ex presidente Menem, reconoció públicamente que haber permitido la conformación legal de multimedios fue un error de su gobierno. Sin embargo, este funcionario fue muy bien retribuido por esos medios, le otorgaron el mayor beneficio que, un poder acusado de corrupción puede pretender de los medios; que lo dejen gobernar sin críticas inoportunas.

Como nefasto antecedente, es de destacar, que con la entrada en vigencia del Tratado de Promoción y Protección Reciproca de Inversiones firmado con EU en 1991, los capitales norteamericanos que no habían participado en las privatizaciones de los servicios públicos en el país (luz, agua, gas y telefonía básica), recibieron a cambio una suculenta participación en las licitaciones de los medios de comunicación. En este sentido no podemos obviar la sinergia de tecnologías que provocaba en ese momento la revolución informática, con Internet y la fibra óptica. Súmese a ello que, no solo las películas sino también los cines pertenecen, casi en su totalidad, a cadenas del gigante opresor del Norte

Por su parte, los capitales franceses y españoles que habían desembarcado en las privatizaciones de telefonía básica y otros servicios; también se interesaron por el negocio de los medios Sabían muy bien que, luego vendría la etapa de las grandes compras, fusiones y adquisiciones que ampliarían las redes a dimensiones alucinantes para el mundo de los negocios. Lo dicho se confirmó en la aparición repentina de nuevas y, más salvajes, multinacionales mediáticas y de otros rubros. Es fácil interpretar que se trataba de emprendimientos elucubrados en los despachos de la Casa Rosada durante los 90. ¡Ojo, no solo durante el menemato!

SITUACION ACTUAL
Ahora, nos encontramos en el ocaso del proceso de concentración propietaria de los medios de comunicación en la Argentina. Pero, no debemos dejar de tomar en cuenta todavía que:
(1) Los medios concentrados consiguieron y mantienen –aunque este en decadencia- la reducción a grado cero de la participación estatal.
(2) El vacío legal para regular las adjudicaciones ante la apertura. Este par de asuntos, erigieron a los nuevos dueños de la comunicación como una “nueva clase”, en donde los popes se hicieron del poder económico, político y social apoyados en la fascinación de la influencia mediática. La imagen en la pantalla chica, los centímetros de papel en un diario y, la voz en las radios de mayor audiencia, se convirtieron en herramientas para construir y destruir poder político a diestra y a siniestra. Eso es lo que los esfuerza, en los días que corren, hasta el paroxismo con tal de impedir la aplicación de la llamada “ley de medios”

Los monopolios de medios o multimedios, ejercieron y todavía ejercen, un poder omnímodo para erigirse en los autores de la agenda política, social y cultural del país. Imponiendo criterios acerca de que debe considerarse como noticia y que no, construyendo de ese modo la manifestación más clara de un periodismo exclusivamente mercantilista que, se da el lujo agregado de definir cual es el ámbito público para los ciudadanos y cual es el ámbito al que esos ciudadanos no tienen acceso alguno. Una auténtica colonización de la expectativa nacional

La industria de los medios de comunicación, provocó una situación nueva inscripta en la que provocó la globalización en general. El destinatario, lejos de tener libertad de elección, se encuentra ante una gran cantidad de medios –pero con una característica fraudulenta para la libertad de expresión, ergo la de conciencia- y es que, son muchos, pero todos ofrecen el mismo producto comunicativo. El zapping actúa como placebo de aquella maniobra espuria que, permite al usuario, pasar por decenas de canales o recorrer todas las estaciones de un dial y siempre el mensaje esencial es el mismo. No es una multiplicidad de voces debatientes sino obedientes, mucho más parecidas a un entrenado Coro de Catedral que las exclamaciones contradictorias tan propias de la libertad y de la democracia

MARCO POLITICO
La identidad ya no se define tanto por cuestiones históricas, sino que se configura más bien en el consumo, depende de lo que uno posee o es capaz de llegar a apropiarse. Esto hace que las características de cada comunidad vayan variando, con ayuda de las nuevas tecnologías aplicadas, dando como resultado una comunicación más extensiva e intensiva entre los individuos y las sociedades.

Se rompen las fronteras culturales que se habían consolidado, sobre todo, a través de la transmisión familiar. La transnacionalización de lo local y la incidencia de otras culturas generan una nueva globalizada, de mercado y consumista. Pero la ecuación fundamental a resolver se sitúa en el nivel del poder basado en la concentración del capital, la concentración del poder económico y del mediático. ¿Cuáles serían las chances políticas que permitieran a los medios en este contexto elaborar una política de prensa ética y veraz? Así de brutal era la manera que se imponía el estilo neoliberal de globalización en los medios, aunque nos consta dramáticamente, que no sólo en este rubro.

Las maniobras neoliberales consiguieron, en consecuencia, que los medios masivos de comunicación tuvieren cada vez mayor poder y una influencia creciente en la vida política nacional. No sólo generando opinión y marcando tendencias, sino que muchas veces imponiendo los temas de la agenda política e incidiendo en el funcionamiento de las instituciones; objetivo siempre deseado.

La principal contribución de la globalización fue la de relacionar directamente el capitalismo salvaje con los monopolios y oligopolios informativos. La concentración mediática provocó una merma en las programaciones locales, en detrimento de la difusión de la cultura y las tradiciones de cada comunidad. Por otra parte, el avance de la centralización eliminó las fuentes de trabajo de técnicos, empleados y profesionales de los medios especialmente en el interior del país

Lo arriba señalados, son entonces los temas que urgen al debate político-jurídico que propiciaría la aplicación definitiva de la Ley, cuyo eje tiene que ver con el modo de evitar oligopolios y monopolios de empresas de medios. Mientras el debate no llegue y la ley nos se aplique, el poder concentrado continuará sustituyendo el diálogo social, además de uniformarlo y lesionarlo en su identidad; al no respetar las diversidades.

El espíritu democrático que lleva a defender la libertad de información, debe propinar mas temprano que tarde, el otorgamiento de licencias que permitan a los distintos colectivos sociales expresar sus opiniones, interpretaciones e ideologías, garantizando definitivamente el pluralismo. El camino que conduce en ese sentido, es sin dudas, que el Estado no se desentienda de su rol de permanente guardián del respeto por los derechos de los ciudadanos, planteándose así, la el grado de responsabilidad que le cupe al pueblo en las próximas y muy cercanas elecciones. Razonamiento para nada proselitista, sino objetivo, sobre quienes estuvieron a favor de los medios concentrados y quienes defienden la libertad de expresión.

Elaborar una ley, pero además una política y una legislación que asegure el acceso permanente a la información y al pluralismo, es una de las tareas impostergables para un gobierno digno de dirigir los destinos del país en el presente siglo.

PRINCIPALES MULTIMEDIOS:
GRUPO CLARIN
GRUPO HICKS, MUSE, TATE & FURST
TELEFONICA MEDIA
GRUPO CIE-ROCK & POP
GRUPO RAMOS
EDITORIAL PERFIL S.A.
EDITORIAL ATLANTIDA S.A.
GRUPO GARCIA
SISTEMA NACIONAL DE MEDIOS PUBLICOS SNMP-
GRUPO LIBERMAN
EDITORIAL COYUNTURA
DIARIO LA NACION
GRUPO RECOLETOS
GRUPO PIERRI
GRUPO SPADONE
GRUPO ESPOSITO ARGENTINA
GRUPO VILA
GRUPO EMMIS
GRUPO AVILA ENTERPRICES
GRUPO DE MEDIOS LA CAPITAL
GRUPO TRES COMUNICACIÓN
OTROS MEDIOS


INFLUENCIA DE LOS MULTIMEDIOS EN LA ACTIVIDAD PERIODISTICA
El avance y consolidación de los complejos multimediales, donde un grupo de socios tiene el control, manejo y propiedad de varias empresas de comunicación, se presenta como telón de fondo del cual emergen las siguientes premisas que asocian a los multimedios con la práctica profesional.

A. El potencial informativo de los multimedios, como valor agregado es relativo, ya que su articulación desde un mismo grupo empresarial, no redunda en un mayor y más eficaz nivel de información
B. El avance de la concentración en la propiedad de los medios reduce o afecta el espacio público y desfavorece la pluralidad informativa
C. Implica un peligro en cuanto a que la noticia se da en un solo sentido, se anulan todos los otros posibles
D. La centralización de la información supone una amenaza a la veracidad de la noticia, ya que si todos los medios informan lo mismo, resulta difícil verificar la realidad
E. Los periodistas han perdido la potestad de la información en manos del contexto multimediático; los criterios de rentabilidad han tomado el poder y obligan a emitir mensajes sencillos, rápidos, divertidos e incomprobables.
F. Si al periodista se lo somete a un exceso de control, termina produciendo mal porque se coarta su creatividad. En semejante situación al obtener determinada noticia, redactarla o narrarla, comentarla, dimensionarla y, sobre todo al titularla, el periodista ya no ejerce sus principales condiciones como tal que son la creatividad y la libre subjetividad; pues sabe que, su acción está regida por la línea editorial, del medio donde se desempeña.

VENTAJAS Y DESVENTAJAS DE UN MEDIO QUE PERTENECE A UN MULTIMEDIO

VENTAJAS:
1. Los multimedios permiten potenciar el impacto de la inversión publicitaria con la que, adquieren un plus adicional, en la disputa interempresaria que con tanta fuerza gravita en los medios
2. En cuanto a lo dinerario, es de gran conveniencia para el multimedios que, vende en forma de paquete (radio, prensa escrita, TV) un producto propio del llamado “discurso único” Es decir –y paradójicamente-, el auspiciante sabe que será visto porque no publicita en un medio independiente ya que depende, precisamente, del aporte que ese mismo empresario hace a través de la pauta publicitaria. A su vez, la ganancia del que publicita está en la compra que los lectores, televidentes u oyentes hagan de su producto. Quiere decir que el dinero ingresado a los multimedios, es finalmente, el mismo que procede de los bolsillos de la ciudadanía. De allí que sea deleznable la falacia, por medio de la cual y asiduamente, los monopolios acusan a los medios estatales de recibir sus sustentos del pueblo, sin confesar ellos, que se trata de los mismos bolsillos que auspician su manutención en el aire.
3. Con relación al alcance de la información, pertenecer a un multimedios –por ahora-, asegura la llegada a un mayor número de personas


DESVENTAJAS:
1. Hay no pocos multimedios que, por soberbia o negligencia, contraponen en sus propios medios la opinión publicada en el diario a los dichos en su propia radio. Un reiterado caso es el de la información que se incluye en el diario deportivo diferente y hasta opuesta a la del suplemento del periódico general.
2. Últimamente y, cada día con mayor claridad, se entiende a un medio perteneciente a un multimedios, como reflejo ideológico de los dueños del monopolio, el hecho concita la desconfianza previa de los destinatarios, la misma que aplicarán al medio ya que, evidentemente, es imposible evaluarlo independiente de los intereses de sus dueños que son siempre grandes capitalistas de otros rubros y, por lo general, improcedentes del ámbito periodístico. De tal modo que, el ciudadano “lee” la noticia, sin olvidar el contexto empresarial que la expone.
3. Los multimedios condicionan la pluralidad informativa y el espacio público


GRUPO CLARIN:

ANTECEDENTES:
Ya en 1988 el grupo monopólico Clarín inicia su plan de expansión total sobre los medios de comunicación en la Argentina. Toma Radio Mitre, obtiene Canal 13, monopoliza las televisaciones de fútbol, toma los teléfonos móviles del norte y del sur del país, compra centenares de cables de TV directa, domina una de las principales agencias noticiosas nacionales, incursiona en satélites y tras conseguir 800.000 abonados de cable, intenta en 1996 modificar la Ley de Radiodifusión.

El grupo va destruyendo, uno a uno, los medios competidores a los que ahoga financieramente. Influye sobre el gobierno para que la agencia oficial Telam – que, cursaba hasta mediados de 1996- toda la publicidad de los organismos públicos, le pague las facturas al monopolio sin retrasos y a los demás no, lo cual los complica financieramente.
Hizo maniobras y canjes políticos con el gobierno para apropiarse de Canal 13 y lo logró. Con las facilidades y cuotas de papel sumó los votos para apropiarse de la totalidad de las asociaciones que agrupaban a entidades de prensa gráfica, radiofónica o televisiva, a las que usó siempre en declaraciones públicas para sus propios fines.
Influyó en reformar la Ley de Radiodifusión a sus designios en 1989. Con televisión, radios y agencias propias, avanzó sobre la restante prensa publicitándose y, a la vez, aprovechándose del hecho que los demás medios no podían hacerlo porque, no recibieron en su momento, esas mismas dádivas de los regímenes militares.

Existían dos líneas de acción principales: el endeudamiento de los grupos debido a los créditos bancarios que solicitaron para la expansión y, la consolidación de la convergencia entre empresas mediáticas; en especial la TV por cable y la telefonía como estrategias para generar ingresos rápidos y rentables. Una de las consecuencias que se manifestó fue la asociación entre grupos locales y conglomerados extranjeros.


REPASO
En 1999, el Grupo Clarín se constituyó formalmente en una sociedad anónima. Los accionistas: Ernestina Herrera de Noble, Héctor Magnetto, José Antonio Aranda y Lucio Rafael Pagliaro. Juntos, conforman el 70,99% del paquete accionario; además, todos ellos ocupan puestos jerárquicos en la empresa. El 27 de Diciembre de 1999, el Grupo Clarín y Goldman Sachs, unas de las firmas líderes de la banca de inversión, suscribieron un acuerdo por el cual el grupo Goldman Sachs realizó una operación directa con el Grupo Clarín; lo que implicó un aumento de capital del conglomerado monopólico y, la incorporación de la fraudulenta compañía norteamericana como socio minoritario del mismo, con una participación del 19,9% del capital accionario.

La asociación se inscribe dentro del camino iniciado por el Grupo Clarín en 1994, cuando comenzó a preparar su estructura con vistas a acceder al mercado internacional de capitales, de este modo potenciaba su crecimiento y expansión. Entre sus objetivos estratégicos permanentes se encuentran una gradual apertura de su capital y la cotización pública de parte de sus acciones. El Grupo Clarín contempla, esta sociedad, tanto en términos financieros como estratégicos; además de su aporte financiero, Goldman Sachs aporta su amplio conocimiento de los mercados de capitales globales y de las industrias de medios, tecnología y comunicaciones.

POSICIONAMIENTO
A partir de los procesos de integración vertical y horizontal emprendidos en las últimas décadas, el Grupo Clarín, ha logrado una posición de liderazgo en el mercado argentino y latinoamericano. Fiel a su estilo de brindar contenidos desde una óptica actualizada incorporó nuevas tecnologías como el cable, el satélite y los medios digitales que, lo han posicionado dentro de las principales compañías de comunicación del mundo. En los últimos años, el Grupo Clarín ha ocupado puestos destacados en el Varietys Global 50, el ranking internacional de empresas de comunicación de la revista especializada Variety.


CONCLUSIÓN
Abordar esta temática nos ha llevado a la siguiente conclusión: Anteriormente, creíamos que los medios de comunicación eran el cuarto poder porque protegían al ciudadano contra el abuso de cualquiera de los otros poderes, más precisamente los del Estado, pero a través del análisis que realizamos, vemos que los medios en la globalización, y los multimedios como productos de ella, se constituyen en uno de los poderes cómplice siempre de los demás, ya sea cuando esos son los del Estado o cuando lo detentan los capitales privados; siempre el multipoder está del lado del ganador.

La privatización que lleva a que, dos o tres tengan en sus manos todo el poder de los medios es grave para la democracia, para la libertad de expresión, para la toma de decisiones de los ciudadanos. Se repiten las agendas, se reduce el espectro de las opiniones. En definitiva, todos nos convertimos en rehenes de dos o tres empresas.
En cuanto a la función periodística que hoy forman las universidades, especialmente las estatales, se puede comprobar que a la opinión pública la construyen los medios, por lo tanto es simple deducir que poseen el poder de condicionar esa opinión. Lo dicho, lejos de amedrentar a la academia periodística, incentiva la enseñanza de caminos que busquen el pluralismo, la virtud popular y la defensa nacional de la libertar de expresión y con ello la libertad de conciencia.

Esa lucha, para nada exclusiva de las Universidad, consiste en los días que corren en reclamar la urgente aplicación de la nueva ley ya sancionada por las dos cámaras de representantes nacionales.


(1) El 16 de abril de 2010 la Comisión del Mercado de Valores de Estados Unidos (U.S. Securities and Exchange Commission-SEC) acusó a Goldman Sachs de fraude por las hipotecas subprime. La SEC considera que están en el centro del fraude Fabrice Tourre, vicepresidente de Goldman, y señala también a John Paulson, gestor principal del fondo de inversión libre (hedge fund) Paulson&Co. Se considera a Goldman Sachs uno de los actores principales en la ocultación del déficit de la deuda griega.

jueves, 8 de julio de 2010

Libro: "De los Medios a las Mediaciones

En el link que sigue tenemos uno de los escritos de Jesús Martín Barbero que, tiene la virtud de ser original en cuanto al concepto de política y comunicación. Nuestra sugerencia es que se lo lea íntegro; sin embrago la Tercera parte "Modernidad y massmediación en América Latina", sería imprescindible ¡Qué lo disfruten!

lunes, 5 de julio de 2010

Peter McLaren máxima autoridad en la Pedagogía Crítica, formadora de libertades (Con Lucía jaramillo)5

Peter McLaren máxima autoridad en la Pedagogía Crítica, formadora de libertades (Con Lucía jaramillo)4

Peter McLaren, máxima autoridad en la Pedagogía Crítica, formadora de libertades (3)

Peter McLaren, máxima autoridad en la Pedagogía Crítica, formadora de libertades (2)

Peter McLaren, máxima autoridad en la Pedagogía Crítica, formadora de libertades (1)




Datos biográficos

Nacido en Toronto, Ontario, Canadá y criado tanto en Toronto como en Winnipeg, Manitoba; en 1973 terminó una licenciatura de arte en literatura inglesa en la Universidad de Waterloo (especializándose en teatro isabelino) y después en la Universidad de Toronto logró una licenciatura en educación; una maestría en educación en el Brock University´s College of Education y un doctorado en el Instituto para Estudios en Educación de la Universidad de Toronto.
McLaren impartió clases en educación básica y educación media de 1974 a 1979 y la mayor parte de ese tiempo la pasó enseñando en el más grande complejo de educación pública de todo Canadá, ubicado en el corredor Jane-Finch en Toronto (Jane-Finch corridor). Su libro Cries from the Corridor en el que habla acerca de sus experiencias educativas estuvo en las listas de Best Seller´s canadienses y fue uno de los diez más vendidos en Canadá en 1980; con él se dio inicio a un debate a nivel nacional referente al status de las escuelas de los barrios urbanos (posteriormente McLaren criticaría de manera agresiva a este libro, transformándolo en el altamente aclamado libro sobre pedagogía "La Vida en las Escuelas").
Peter McLaren, es un educador que se autodeclara de izquierdas. Sus obras poseen un potencial crítico hacia el capitalismo en todas sus expresiones. Los aportes teóricos de McLaren han trascendido las fronteras norteamericanas llevando su pensamiento a diversas regiones alrededor del mundo; sus textos han sido traducidos a numerosos idiomas y han servido como inspiración a una gran cantidad de educadores críticos. En ese sentido, Peter McLaren es hoy en día uno de los educadores críticos más consistentes en la lucha contra el neoliberalismo en el ámbito intelectual de izquierda en el mundo. [1]
[editar]Vida Académica

Después de obtener su Doctorado en 1983, se especializó en Educación de Barrios Urbanos y Lenguaje Artístico en la Universidad Brock.
McLaren dejó Canadá en 1985 para dar clases en la Facultad de Educación y Profesiones Afines de la Universidad Miami, en Ohio, donde pasó ocho años trabajando con su colega Henry Giroux, tiempo durante el cual fue testigo de los primeros indicios de Pedagogía Crítica en Norteamérica. McLaren también fungió como Director del Centro para la Educación y Estudios Culturales de la misma Universidad, antes de ser contratado por la Escuela para Graduados en Educación y Estudios de la Información de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA).
DATOS BIOGRÁFICOS:PETERS McLAREN
(Toronto, 2 de agosto de 1948) Nacido en Toronto, Ontario, Canadá y criado tanto Toronto como en Winnipeg, Manitoba
1973 terminó una Licenciatura de Arte en Literatura Inglesa en la Universidad de Waterloo (especializándose en Teatro Isabelino)
Después en la Universidad de Toronto logró una licenciatura en Educación
Una maestría en educación en el Brock University´s College of Education y un doctorado en el Instituto para Estudios de la Universidad de Toronto.
Impartió clases en educación básica y educación media de 1974 a 1979.
Analiza la globalización del Capitalismo como una forma de imperialismo, con una perspectiva crítica que se fundamenta en la teoría marxista y en los conceptos de clase social y lucha de clases.
Defiende la figura heroica del Che Guevara a las acusaciones de algunos críticos estadounidenses que lo comparan con Bin Laden
Es un educador que se auto declara de izquierdas
Es hoy en día uno de los educadores críticos más consistentes en la lucha contra el neoliberalismo en el ámbito intelectual de izquierda en el mundo.
Es reconocido como uno de los fundadores de la PEDAGOGÍA CRÍTICA.
Ha adquirido esta reputación debido a sus análisis políticos encontra del capitalismo (específicamente del neoliberalismo)
Influenciado por una filosofía marxista humanista
Actualmente es profesor de educación en la Universidad de California en los Ángeles (UCLA)
[editar]Libros
McLaren es autor, co-autor, editor y co-editor de aproximadamente cuarenta libros y monografías. Varios cientos de sus artículos, entrevistas, reseñas, comentarios y columnas han aparecido en docenas de diarios escolares y revistas especializadas en todo el mundo.
La vida en las escuelas ha sido nombrado como uno de los 12 escritos más significativos a nivel mundial en el campo de la Teoría Educativa, la Política y la Práctica, por un panel de expertos reunidos por la Escuela de Ciencias Económias y Sociales de Moscú; otros escritores mencionados por este panel incluyen a Paulo Freire, Iván Illich y Pierre Bourdieu.
Sus principales libros publicados en español son:
(con Henry Giroux), Sociedad, cultura y escuela. Universidad Nacional Autónoma de México, 1988
Pedagogía crítica y posmodernidad. Universidad Pedagógica Veracruzana y Secretaría de Educación, Xalapa, Mexico, monografía, agosto 1992.
Hacia una pedagogía crítica de la formación de la identidad posmoderna. Monografía. Facultad de Ciencias de la Educación Universidad Nacional de Entre Ríos, 1993.
Pedagogía crítica, resistencia cultural y la producción del deseo. Buenos Aires, Argentina: Institute for Action Research, 1994.
La vida en las escuelas: Una introducción a la pedagogía crítica en los fundamentos de la educación. México: Siglo XXI Editores, 1994.
Enseñando en Contra del Capitalismo y el Nuevo Imperialismo: Una Pedagogía Crítica, 1995.
La escuela como un performance ritual: Hacia una economía política de los símbolos y gestos educativos. México: Siglo XXI Editores, 1995.
Multiculturalismo Revolucionario. Pedagogías de disensión para el nuevo milenio, 1997.
Pedagogía crítica y cultura depredadora. Paidos. Barcelona, Buenos Aires, México, 1997.
Pedagogía, poder e identidad. Homo Sapiens: Argentina, 1999.
Che Guevara, Paulo Freire y la Pedagogía de la Revolución, 2000.
La Pedagogía del Che Guevara. Universidad Pedagógica Nacional, San Luis Potosí, México, 2001.
Marxismo Contra Postmodernismo en la Teoría Educativa, 2002.
Seminarios Rojos: Excursiones Radicales dentro de la Teoría Educativa, la Política Cultural y la Pedagogía, 2005.
Teorías Críticas, Pedagogías Radicales y Conflictos Globales, 2005.
Capitalistas y Conquistadores: La Pedagogía Crítica Contra el Imperio, 2005.

domingo, 4 de julio de 2010

Política y Educación (Pablo Freire en video)

Agregamos a los materiales previos al Curso: Comunicación Política Nacional y Popular, un antiguo video de 6´ de duración donde Pablo Freire habla de "Política y Educación", como el curso tendrá un capítulo muy enfático en la influencia de la comunicación en la política nacional, se sugiere que las reflexiones sobre el video se dejen aquí abajo o anotarse por favor en el casillero "seguir". Muchas gracias