¿Medio vacío igual a pesimismo; medio lleno a optimismo? ¿Es eso lo que en realidad importa del vaso? ¿Realmente se puede juzgar a una persona o a una empresa... aún a un Gobierno por la mirada momentánea que tengamos sobre un vaso de agua?
En mi humilde opinión, hay una pregunta matriz, que da vida a la que busca vasos optimistas o pesimistas y es la siguiente: ¿Cómo estaba antes ese mismo vaso...?. Pues sí antes rebosaba a pleno y ahora está a medio vaciar; su volumen actual es inferior al anterior... señal que algo no está bien. Pero, de haber sido su estado anterior vacío y ahora muestra su mitad cubierta, significa que se está llenando...
Por lo tanto, el parámetro habitual del “vaso por la mitad”, en realidad –objetivamente- no dice nada. Es hasta insignificante la diferencia entre quien lo ve “medio lleno” y quien lo aprecia “medio vacío”.
En general, así son las relaciones en este agresivo mundo. Apenas vemos lo que hay en el momento y, de inmediato, ejecutamos un juicio. Este puede ser, favorable o no, sobre lo que juzgamos (generalmente personas), pero poco trascendente. Pues, solo tenemos como “evidencia” el vaso (al otro, a lo otro) tal como lo vemos en ese instante. Difícilmente nos preguntemos ¿Cuál era su estado anterior? ¿Desbordante y ahora apenas le queda un contenido aguachento que ha perdido su estética borla de espuma”? O estaba prácticamente vacío, y cuando, casi por casualidad, volvimos a reparar en él que considerábamos un vaso miserable nos sorprende tintineante, generoso y apetecible.
Si hay algo que significa la sed no calmada, es la angustia. Un vaso o un plato limpios son el símbolo brutal de la miseria. Cuando uno de esos resquebrajados recipientes individuales, milagrosamente empieza colorear de rico jugo, el símbolo cambia: Ya no estamos en la miseria, tampoco en el desborde espumoso; comienza a calmarse nuestra sed. Señal que pronto dejaremos de tener hambre.
Eso si, mientras bebamos y comamos, no dejemos que alguien nos juzgue “Estás tomado de un vaso a medio lleno" "Estás comiendo de un plato medio vacío". Se llenarán ambos, porque yo se como era el vaso, como era el plato cuando estaban vacíos.
En mi humilde opinión, hay una pregunta matriz, que da vida a la que busca vasos optimistas o pesimistas y es la siguiente: ¿Cómo estaba antes ese mismo vaso...?. Pues sí antes rebosaba a pleno y ahora está a medio vaciar; su volumen actual es inferior al anterior... señal que algo no está bien. Pero, de haber sido su estado anterior vacío y ahora muestra su mitad cubierta, significa que se está llenando...
Por lo tanto, el parámetro habitual del “vaso por la mitad”, en realidad –objetivamente- no dice nada. Es hasta insignificante la diferencia entre quien lo ve “medio lleno” y quien lo aprecia “medio vacío”.
En general, así son las relaciones en este agresivo mundo. Apenas vemos lo que hay en el momento y, de inmediato, ejecutamos un juicio. Este puede ser, favorable o no, sobre lo que juzgamos (generalmente personas), pero poco trascendente. Pues, solo tenemos como “evidencia” el vaso (al otro, a lo otro) tal como lo vemos en ese instante. Difícilmente nos preguntemos ¿Cuál era su estado anterior? ¿Desbordante y ahora apenas le queda un contenido aguachento que ha perdido su estética borla de espuma”? O estaba prácticamente vacío, y cuando, casi por casualidad, volvimos a reparar en él que considerábamos un vaso miserable nos sorprende tintineante, generoso y apetecible.
Si hay algo que significa la sed no calmada, es la angustia. Un vaso o un plato limpios son el símbolo brutal de la miseria. Cuando uno de esos resquebrajados recipientes individuales, milagrosamente empieza colorear de rico jugo, el símbolo cambia: Ya no estamos en la miseria, tampoco en el desborde espumoso; comienza a calmarse nuestra sed. Señal que pronto dejaremos de tener hambre.
Eso si, mientras bebamos y comamos, no dejemos que alguien nos juzgue “Estás tomado de un vaso a medio lleno" "Estás comiendo de un plato medio vacío". Se llenarán ambos, porque yo se como era el vaso, como era el plato cuando estaban vacíos.
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